lunes, 12 de mayo de 2008

Juan

Escribió Bertolt Brecht: “Hay hombres que luchan un día y son buenos, hay otros que luchan un día y son mejores, pero los hay que luchan toda una vida: esos son los imprescindibles”. Así era y de esa manera se fue uno de mis Juanes –no se trata del colombiano Juan Esteban Aristizabal- sino de Juan Gómez Santana que nos acaba de dejar, el otro –también Juan Francisco- espero que me siga guiando durante muchos años. Juanito, como yo afectuosamente le decía, paso por la vida de forma discreta y silenciosa, sin incomodar a nadie, no le gustaba hacerse notar, pero fue un luchador nato. Comenzó a trabajar muy joven -recién acabado el bachillerato elemental- a principio de los años sesenta, en la Compañía Insular de Nitrógeno -CINSA- como Auxiliar de Laboratorio hasta el cierre de la conocida como La Fabrica de Salinetas.

Fue líder sindical de la Unión General de Trabajadores, –UGT- en la Federación de Químicas, siendo el primer secretario de la Central Socialista en el municipio de Telde, cuando se restauró la democracia. A principio de los años ochenta, cuando se planteó la reconversión industrial y el cierre de la CINSA era inevitable, negocio duramente para que los trabajadores salieran en las mejores condiciones posibles. Viajes a Madrid a bregar con la patronal para que nadie se quedara sin protección salarial. Era la época de los “acaloramientos” con: Anastasio Travieso, Tomas Medina, José María Domínguez, Antonio González Vieitez, Diego León… y al final los trabajadores ganaron la partida. Porque Juan, aunque nunca lo dijo ni presumió de ello, fue un Viejo Roquero y eso… en el PSC imprime carácter.

Nos conocimos en el año 1987, fuimos junto con otro/a compañera los primeros mal llamados secretarios políticos –son secretarios de grupos municipales- fue en el llamado Pacto de Avance Democrático –de mal recuerdo para alguien- que instauró una nueva cultura de formas de gobernar en Canarias. Fue su etapa primero como Secretario de organización y luego Secretario General de la Agrupación Socialista Juan Negrin, haciendo gala de de discreción y mesura, cosas difíciles de encontrar en la actualidad. Permaneció en esa primera etapa en la institución municipal hasta el año 1995, cuando se produjo el descalabro y desbandada socialista, cuando Almunia pronunció la conocida frase: “El ultimo que apague la luz” y Juan Gómez cumplió: fue el que bajo el interruptor y echó la llave a la cerradura, que no se volvería a abrir hasta 1999.

Volvimos a coincidir diez años después, en el 2001, en la Concejalía de Desarrollo Local, ya la enfermedad crónica que se lo ha llevado empezaba a pasarle factura. Pero, fue la etapa en que mas enseñanzas me aportó, el estaba en otro nivel – ya había abandonado la militancia activa, pero seguía fiel a los principios del partido que fundó Pablo Iglesias. Ante mi exaltación y vehemencia, el me hacía de Pepito Grillo, –era la voz de la conciencia- me calmaba. En la calle Juan Diego de la Fuente, parecía que las cosas no funcionaban si él estaba ausente. Con las dos concejalas que dirigieron el área –Fefi Milán y Mari Carmen Castellano- tuvo una relación exquisita, a pesar de las diferencias ideológicas, una nacionalista y la otra conservadora, -¡está ultima me va a matar!- y ello se explica porque Juan siempre puso por encima de las luchas partidarias, a las personas.

Cuando el mal que padecía le incapacitó para el trabajo, su vida empezó a depender de una botella de oxigeno que lo acompañaba a todos lados, pero que él llevaba con una dignidad inmensa y una serena sonrisa en los labios: “¿Juan cómo estás?, el siempre tenía la misma respuesta: ¡bien!”, los dos sabíamos que no, y seguíamos hablando. En el último año su lucha ha sido terrible, pero igual que vivió dignamente, sin hacer ruido, así decidió irse. Hoy junto a las flores de su familia y amigos, le acompañan junto a su cuerpo inerte, e acompañan las rosas de la Agrupación Socialista Juan Negrin y del Partido Socialista Obrero Español, con los que tuvo diferencias, pero, con quien hace dos meses, el 9 de marzo, mantuvo su lealtad.